Una vez desayunamos (un desayuno casero y estupendo para compensar quizás las estrecheces de la habitación) pedimos consejo para ir a visitar los murales de la ciudad, aunque el conflicto de Irlanda del Norte se dio por finalizado con el proceso de paz iniciado en 1998 las diferencias entre católicos republicanos y protestantes unionistas siguen siendo palpables
En el Barrio Católico localizado en torno a Falls Road encontraremos murales y homenajes en favor del IRA, de Irlanda..
En el Barrio Protestante localizado alrededor de Shankill Road los murales apoyan la unión del Ulster, con banderas del Reino Unido, proclamas a favor de la Corona así como de los grupos paramilitares UDA y UVF, como una imagen vale más que mil palabras, disfrutemos de ellas
Existe una ruta guiada ofrecida por varias empresas denominada Taxi negro (más que nada porque la ruta se hace en taxi) que hace un recorrido por los lugares más emblemáticos de los dos barrios y es una opción muy popular para ver los murales y conocer la historia del Belfast de la mano de sus habitantes, eso sí, antes de contratarlo conviene asegurarse que el guía nos ofrezca una visión completa de la historia (se puede pedir asesoramiento en la Oficina de Turismo)
Sin embargo lo que a nosotros no llamó más la atención es el hecho de que aún existiera una división física entre ambos barrios, nos dimos cuenta cuando acabamos de ver los murales del barrio protestante e intentábamos seguir la calle para llegar hasta el barrio católico y no encontrábamos forma de llegar, al final, después de dar una vuelta increíble logramos cruzar la separación entre ambos barrios
Después de la visita a los murales nos pusimos rumbo a la calzada de los gigantes (a más de 1 hora de distancia)
El inconfundible paisaje de la Giant’s Causeway, al norte del país, es Patrimonio de la Humanidad, nosotros hicimos la ruta en coche, pero en caso de no disponer de vehículo de alquiler se pueden contratar excursiones que salen desde el Belfast Welcome Centre
Hay que pagar por dejar el vehículo en el parking, y al igual que pasaba en los acantilados de Moher el pago es por persona que no por vehículo (la entrada al parque en teoría es gratuita aunque lo justifican cobrando la entrada al parking por persona, aunque cuando estuvimos nosotros no había nadie controlando cuantas personas iban en cada coche, sino que simplemente se ponían en la puerta del centro como si estuvieran cobrando las entrada al parque en lugar del parking aunque sin decirlo, el coste es de 8,5£)
Con la entrada te dan unos cascos con los que ir siguiendo la ruta y conociendo la historia y la leyenda que rodean éste paisaje idílico
Aunque lo mejor sin duda estaba por llegar
Espectacular las formas de las piedras en éste lugar
Después de disfrutar de las increíbles vistas cogimos de nuevo el coche hacia el puente de cuerda Rope Bridge, hay indicaciones para llegar desde la Calzada de los Gigantes sin pérdida
En éste caso el aparcamiento es gratuito, lo que se paga es por cruzar el puente (5,6£)
Hay alrededor de 1 km andando desde el aparcamiento hasta el puente, y el paisaje es espectacular
El recorrido del puente es de unos 20 metros, y se puede recorrer sin problemas, pensábamos que iba a impresionar más, ya que el puente tiene más de 350 años, aunque a día de hoy está claramente reforzado
En su día se utilizaba por los pescadores para llegar a la otra isla para pescar salmones
De ahí nos pusimos rumbo a Dublín, teníamos por delante 163 millas, alrededor de 3 horas de viaje y volveríamos a hablar de kilómetros y euros
Nos dirigimos directamente a nuestro hotel
Kilronan House
70 Adelaide Road, Saint Stephen’s Green
D2 Dublín, Irlanda
Un hotel impresionante situado a unos 15 minutos andando del barrio de Temple bar. Nada más llegar nos ofrecieron un fabuloso café irlandés que nos ayudó a reponer fuerzas antes de empezar a descubrir la ciudad
La habitación impresionante, cama grande y cómoda y baño apropiado con los complementos de aseo incluidos
El desayuno, incluido en el precio es espectacular, también dispone de aparcamiento gratuito y wifi en la habitación, sin duda alguna un hotel para repetir si volviéramos a la ciudad
Una vez nos ubicamos cogimos la mochila y nos encaminamos hacia el barrio más animado y recomendable de Dublín, temple bar donde disfrutamos de unas estupendas pintar acompañadas de música irlandesa