Después de coger fuerzas con un buen desayuno irlandés nos pusimos rumbo a los acantilados de Moher, para el día de hoy teníamos planificado dormir en Killarney, pero antes de llegar teníamos preparadas varias paradas en el camino
La primera parada es en Kinvara, un bonito pueblo de pescadores con un precioso castillo a la salida del pueblo desde donde se puede disfrutar de unas vistas espectaculares
A las afueras, o a la entrada, según como se vea, está el Castillo de Dunguaire, sólo lo vimos por fuera, aunque basta con ver las fotos para decir que es espectacular
Tratamos de dirigirnos hacia the burren, un parque natural de piedra caliza con muchos restos arqueológicos donde perece ser que destaca su paisaje kárstico, sin embargo por más que lo intentamos no hubo manera de llegar a la zona que buscábamos, el gps sólo nos llevaba hacia la perfumería un lugar donde te venden perfumes (valga la redundancia), velas.. un sitio idílico donde tomarte un té pero en ningún caso lo que buscábamos.. así que si pretendéis visitar los asentamientos os aconsejamos que os llevéis bien apuntadas las coordenadas para evitar problemas
Y ahora si, a partir de éste momento empezaríamos a disfrutar de las estrecheces de las carreteras irlandesas, por las que vas la mayor parte del trayecto con los dedos cruzados deseando no encontrarte ningún coche de frente..
Después del intento fallido de visitar the burren seguimos nuestro camino hacia Cliffs of Moher, uno de los lugares más mágicos y visitados de Irlanda, donde los acantilados alcanzan los 213 metros de alto y se extienden a lo largo de más de 8 km
La entrada a los acantilados es gratuita, sin embargo hay que pagar por dejar el coche en el parking (6€ por persona, que no por coche), así que el pago ya queda en la picaresca de cada cual
Una vez llegas se pueden seguir dos caminos diferentes, o bien hacia los acantilados o bien hacia la torre O´Brien, en cualquier caso están perfectamente señalizados y preparados para recorrerlos a pie e incluso algunos de ellos en silla de ruedas
Eso si, hay que tener mucho cuidado con el viento, a veces da impresión ver a la gente paseando tan al borde del precipicio con un viento tan intenso, ya que a veces los golpes de aire son tan fuertes que incluso te hace perder un poco el equilibrio, así que lo más recomendable al llegar a éste punto es ir bastante abrigaditos y con mucha precaución
En los acantilados puedes pasar las horas muertas disfrutando del paisaje, la sensación de sentirte tan diminuto rodeado de tanta grandeza es impresionante, pero tenemos mucho camino por delante y hay que seguir con la marcha
Hasta la siguiente parada en el pueblo de Kilfenora, donde están las famosas High Crosses
Para llegar hasta las cruces hay que ir hasta la catedral atravesando el cementerio, que aunque da un poco de impresión merece la pena, además que estando en Irlanda te acabas acostumbrando a visitar los cementerios
Después de pasear por Kilfenora, salimos con la idea de hacer una nueva parada en el Castillo de Bunratty de camino a Killarney, sin embargo se ve que íbamos de lo más despistado, y nos conformamos con verlo desde la carretera
Aunque de camino a Killarney nos encontramos muchos otros lugares interesantes
Nada más llegar a Killarney nos dirigimos a nuestro alojamiento
Greenmount B&B
Muckross Road, Killarney
Un B&B muy bien situado, a unos 10 minutos andando del centro de la ciudad, con wifi y aparcamiento incluidos en el precio, regentado por Alice, una irlandesa muy amable dispuesta a hacerte sentir como en casa
Una vez dejamos las cosas nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo antes de que anocheciera
Después de pasear por sus calles y disfrutar de su ambiente nos fuimos a cenar a una de las recomendaciones de tripadvisor
Quinlans Seafood Bar
77 High Street, Killarney, Irlanda
Un restaurante sencillo, con apariencia de comida rápida, y lleno de gente, con comida fresca y abundante, pero sobre todo rica donde puedes comer los tipicos fish and chips a buen precio
Después de la cena no pudimos resistirnos a dos de los grandes placeres irlandeses, uno, tomarnos un delicioso helado a pesar del frío, pero es que ¡son simplemente deliciosos!, que digo yo, que con tanta vaca y lo bien que tienen que alimentarse ¡no me extraña!
Y el otro, disfrutar de una espumosa pinta, ésta vez de murphy´s, todo un descubrimiento, ¡un brindis por Irlanda!